¿CÓMO LOS HÁBITOS FORMAN TU IDENTIDAD (Y VICEVERSA)?

 
Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito
— Will Durant resumiendo el pensamiento de Aristóteles

Te has preguntado alguna vez por qué es tan fácil repetir los malos hábitos y tan difícil formar los buenos?

Ejercitarse, meditar, escribir o cocinar son buenos hábitos que parecen razonables por un día, o dos. Luego, se vuelven una molestia.

Por otro lado, una vez que tus hábitos se han establecido, parecen quedarse para siempre, especialmente los que no quieres.

Consumir comida chatarra, ver mucho Netflis, procrastinar o fumar se sienten imposibles de dejar.

Cambiar nuestros hábitos es difícil porque tratamos de cambiar la parte equivocada.

Según James Clear (2018), existen 3 niveles del cambio de comportamiento:

  1. Cambio en tus resultados: perder peso, publicar un libro o ganar un campeonato.

    La mayor parte de tus metas se asocian en este nivel.

  2. Cambio en tus procesos: implementar una nueva rutina en el gimnasio, limpiar tu escritorio para trabajar mejor o desarrollar una práctica de meditación.

    La mayor parte de tus hábitos se asocian en este nivel.

  3. Cambio en tu identidad: cambiar tus creencias, tu autoimagen, tus juicios acerca de ti mismo y otros.

    La mayor parte de tus pensamientos, creencias o prejuicios se asocian en este nivel.

En resumen:

Resultados son lo que obtienes.

Procesos son lo que haces.

Identidad es lo que crees.

Para construir hábitos que duren tienes que empezar a enfocarte en hábitos basados en tu identidad.

Sabiendo esto, tenemos que dejar de enfocarnos en lo que queremos lograr y centrarnos en lo que deseamos convertirnos.

Si quieres dejar de fumar y te ofrecen un cigarrillo, no digas: “No, gracias. Estoy tratando de dejar de fumar”, al contrario di: “No, gracias. Ya no soy un fumador”.

Es una pequeña diferencia, pero esa frase refleja un cambio en tu identidad. Es tu nuevo yo, que no se identifica como alguien que fuma.

Los comportamientos que son incongruentes con lo que crees, no duran. Así de simple.

Una cosa es decir: soy el tipo de persona que quiere esto. Y otra es decir: soy el tipo de persona que es esto.

El verdadero cambio de comportamiento viene con el cambio de identidad. Puedes empezar un nuevo hábito por la motivación y el rush inicial, pero la única razón por la que vas a mantenerlo es porque se volvió parte de tu identidad.

La meta no es aprender a tocar un instrumento, la meta es convertirse en un músico.

La meta no es hacer ejercicio, la meta es volverse una persona fit.

La meta no es leer un libro, es convertirse en un lector empedernido.

Cuando tu comportamiento y tu identidad están alineados en su totalidad, ya no buscarás el cambio. Actuarás como el tipo de persona que crees que eres. Todo sucederá naturalmente, porque haces y logras lo que piensas.

Como todos los aspectos en la formación de hábitos, también tenemos un cuchillo de doble filo en lo que a identidad se refiere.

Muchas personas siguen ciegamente las normas vinculadas a su identidad. Esto sucede cada vez que dices:

“Soy terrible con las direcciones”

“No soy una persona que se levanta temprano”

“Soy malo recordando nombres”

“Siempre llego tarde”

“No soy bueno con la tecnología”

“Soy terrible con las matemáticas”

“Soy una persona que no puede dejar de comer pan”

“No desayuno porque mis papás así me acostumbraron desde niño”

Cuando repites estas historias a ti mismo por años, las vas a aceptar como parte de ti y el cambio se vuelve imposible. Esta es la razón por la que repites esos malos hábitos.

Por eso, en el cambio de comportamiento hay que aprender a desaprender.

Volverte la mejor versión de ti mismo requiere que cambies tus creencias y actualices y expandas tu creatividad.

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Este artículo es la síntesis de un extracto del libro Atomic Habits de James Clear.

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